La prueba, de la que tanto había escuchado hablar tiempo atrás, llegó el lunes día 9.
Fuí a realizármela sin saber como podía reaccionar mi cuerpo ante el tan odiado liquidito, pero con la idea de que no iba a ser tan horroroso como decían.
Y es que me habían contado de todo: que si nada más bebértelo vomitabas, que si estaba tremendamente asqueroso, me recomendaban que al sentarme cerrara los ojos y no hablara con nadie... Bueno cosas tan absurdas que no podía ni creérmelas. Fueron escasas las personas que me hablaron bien de ella.
A las 8 de la mañana me presenté en el Hospital, yo solita, prefería que Juanmy no perdiese el tiempo y se quedara en casa estudiando. Nada más llegar entregué el volante y fui la tercera en sentarme en la silla de los horrores, esa en la que un enfermero (porque era hombre) sin piedad, atraviesa tu piel para extraerte sangre. Creo que es lo que peor llevo de todo el embarazo, la cantidad de veces que tengo que enseñar mi brazo para que me lo agujereen.
Cuando terminó de extraerme sangre me dió el el bote de medio litro aproximadamente, del líquido naranja y me dijo que sentada me lo debería beber en menos de 10 minutos. No podía andar, ni ir al lavabo sin avisarles a ellos.
Era tanto el hambre que tenía, que nada más abrir la botellita me lo bebí, estaba delicioso, me recordaba a los Tang, aquella bebida que había cuando éramos pequeños, que se hacía disolviendo unos polvo en una cantidad determinada de agua. Fui la primera de las embarazadas en acabar. Acto seguido me senté en el pasillo principal y allí esperé mis 60 minutos hasta el siguiente análisis de sangre.
Durante ese tiempo me leí una revista que llevaba, hablé con gente, jugué a algun juego del teléfono y en ningún momento sentí ningun sintoma raro de los que me hablaban.
Con mi experiencia, intentaré conseguir que la gente que se haga la prueba posteriormente, no le tenga tanto miedo.
El mismo día por la tarde, llamé a Susi (la matrona) para que me diese los resultados. Me comunicó que estaba perfectamente y no me tenía que repetir la prueba. Lo que si me dijo es que estaba baja en los depósitos de hierro, aunque el hierro en sangre estaba perfectamente. Así que al día siguiente pedí cita al médico de cabecera y desde entonces acompaño mi tazón de leche con una pastillita roja.
Fuí a realizármela sin saber como podía reaccionar mi cuerpo ante el tan odiado liquidito, pero con la idea de que no iba a ser tan horroroso como decían.
Y es que me habían contado de todo: que si nada más bebértelo vomitabas, que si estaba tremendamente asqueroso, me recomendaban que al sentarme cerrara los ojos y no hablara con nadie... Bueno cosas tan absurdas que no podía ni creérmelas. Fueron escasas las personas que me hablaron bien de ella.
A las 8 de la mañana me presenté en el Hospital, yo solita, prefería que Juanmy no perdiese el tiempo y se quedara en casa estudiando. Nada más llegar entregué el volante y fui la tercera en sentarme en la silla de los horrores, esa en la que un enfermero (porque era hombre) sin piedad, atraviesa tu piel para extraerte sangre. Creo que es lo que peor llevo de todo el embarazo, la cantidad de veces que tengo que enseñar mi brazo para que me lo agujereen.
Cuando terminó de extraerme sangre me dió el el bote de medio litro aproximadamente, del líquido naranja y me dijo que sentada me lo debería beber en menos de 10 minutos. No podía andar, ni ir al lavabo sin avisarles a ellos.
Era tanto el hambre que tenía, que nada más abrir la botellita me lo bebí, estaba delicioso, me recordaba a los Tang, aquella bebida que había cuando éramos pequeños, que se hacía disolviendo unos polvo en una cantidad determinada de agua. Fui la primera de las embarazadas en acabar. Acto seguido me senté en el pasillo principal y allí esperé mis 60 minutos hasta el siguiente análisis de sangre.
Durante ese tiempo me leí una revista que llevaba, hablé con gente, jugué a algun juego del teléfono y en ningún momento sentí ningun sintoma raro de los que me hablaban.
Con mi experiencia, intentaré conseguir que la gente que se haga la prueba posteriormente, no le tenga tanto miedo.
El mismo día por la tarde, llamé a Susi (la matrona) para que me diese los resultados. Me comunicó que estaba perfectamente y no me tenía que repetir la prueba. Lo que si me dijo es que estaba baja en los depósitos de hierro, aunque el hierro en sangre estaba perfectamente. Así que al día siguiente pedí cita al médico de cabecera y desde entonces acompaño mi tazón de leche con una pastillita roja.
Por lo demás estoy hecha un toro, de ahí que el niño nazca en San Juan jajajaja.
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